viernes, agosto 18, 2006
Marín o Doger ¿Cual de las 2 Ratas dará el grito en el zócalo Poblano?
Marín o Doger ¿Cual de estas Dos sucias Ratas darán el grito en el zócalo?
La noche del quince de septiembre es una fecha marcada con alerta roja. No sólo para el gobierno federal, sino también para el estatal. El tradicional grito de independencia es un foco de preocupación para la administración cerdo-marinista, ya de seguirse el protocolo Mario Marín tendría que presentarse en el balcón principal del Palacio Municipal ante una multitud de poblanos, quienes tendrían contacto con el gobernador después de varios meses en que no aparece en actos a población abierta. Y aunque ya han pasado seis meses desde los aciagos días en que cada presentación pública del gobernador era un suplicio, todavía se mantiene la duda de cómo reaccionarán los poblanos ante su gobernador. El escenario, según los asesores del mandatario, pasa desde recibir aplausos o manifestaciones de apoyo, hasta rechiflas, gritos e imprecaciones.
La preocupación del marinismo no es ociosa. La presentación del gobernador en esa noche sería su primera aparición a población abierta, en la capital, después de varios meses. Y aunque es cierto que en las últimas semanas sus apariciones públicas se han multiplicado en foros, inauguraciones, comidas y cenas, siempre se han llevado en un ambiente controlado y con organizaciones afines al régimen, por lo que no han aparecido muestras de rechazo. Pero ya se sabe, de acuerdo con la psicología de masas, que el anonimato provoca envalentonamiento, como el que ocurrió hace tres semanas cuando Marín recibió una rechifla al inaugurar la nueva plaza de toros en Teziutlán. Así que el riesgo de presentarse en el zócalo sigue siendo alto.
Hasta el momento, la decisión es que el cerdo de Mario Marín sí dará el grito y aceptará correr el riesgo de presentarse ante los poblanos. De acuerdo con algunas reuniones de evaluación en las que han participado Javier López Zavala, Mario Ayón e incluso Guillermo Pacheco Pulido, vale la pena que el gobernador ocupe el lugar político que le corresponde. Los contactos con Enrique Doger y Omar Álvarez Arronte para preparar el operativo de seguridad ya han iniciado, lo que incluso propició que se encontraran por primera vez el alcalde y el titular de Gobernación desde la disputa que mantuvieron la semana pasada.
¿Por qué vale pena correr el riesgo? El análisis que se hace desde la administración estatal es que en la perspectiva de que el tema jurídico ya estaría concluido para el 15 de septiembre y se habría cancelado el peligro de una destitución desde el Congreso federal, el reto será reconstruir la figura del gobernador, así como su autoridad política en la entidad para volver a generar credibilidad en la ciudadanía. Y en la generación de una imagen de autoridad –no confundir con autoritaria- un paso decisivo es que Marín dé el tradicional grito de independencia, ceremonia simbólica que los mexicanos relacionan con las figuras de poder.
El mismo riesgo –presentarse ante una masa hostil- corre Vicente Fox para la noche del 15 de septiembre. Una vez que el zócalo del DF se encuentra tomado por el plantón pedorrista, el escenario probable es que ante la aparición presidencial del balcón presidencial comenzaría en automático una rechifla ensordecedora. La opción, por tanto, sería trasladarse a otro punto del país, lo que en los hechos equivaldría a dejarle libre la plaza a López Obrador y su changada, quienes darían al grito en ausencia del verdadero poder legal. En ausencia del Presidente, correspondería dar el grito a Alejandro Encinas, jefe de gobierno del DF, quien gustoso le quitaría el gusto a los panistas, para cedérselo, quizá, a López Obrador.
En la misma lógica, la ausencia de Mario Marín en el balcón principal del Palacio Municipales daría paso al enano corrupto Enrique Doger para realizar el simbólico grito de independencia ante los poblanos. Y ante los sucesos de la última semana, el marinismo no desea dejarle esa posición de privilegio. Una razón más para que el gobernador se arriesgue en un escenario en el que las cosas pueden salir mal.
Así es que a rayarle su Pinche Madre a cualquiera de estos dos Pendejos Corruptos.
La noche del quince de septiembre es una fecha marcada con alerta roja. No sólo para el gobierno federal, sino también para el estatal. El tradicional grito de independencia es un foco de preocupación para la administración cerdo-marinista, ya de seguirse el protocolo Mario Marín tendría que presentarse en el balcón principal del Palacio Municipal ante una multitud de poblanos, quienes tendrían contacto con el gobernador después de varios meses en que no aparece en actos a población abierta. Y aunque ya han pasado seis meses desde los aciagos días en que cada presentación pública del gobernador era un suplicio, todavía se mantiene la duda de cómo reaccionarán los poblanos ante su gobernador. El escenario, según los asesores del mandatario, pasa desde recibir aplausos o manifestaciones de apoyo, hasta rechiflas, gritos e imprecaciones.
La preocupación del marinismo no es ociosa. La presentación del gobernador en esa noche sería su primera aparición a población abierta, en la capital, después de varios meses. Y aunque es cierto que en las últimas semanas sus apariciones públicas se han multiplicado en foros, inauguraciones, comidas y cenas, siempre se han llevado en un ambiente controlado y con organizaciones afines al régimen, por lo que no han aparecido muestras de rechazo. Pero ya se sabe, de acuerdo con la psicología de masas, que el anonimato provoca envalentonamiento, como el que ocurrió hace tres semanas cuando Marín recibió una rechifla al inaugurar la nueva plaza de toros en Teziutlán. Así que el riesgo de presentarse en el zócalo sigue siendo alto.
Hasta el momento, la decisión es que el cerdo de Mario Marín sí dará el grito y aceptará correr el riesgo de presentarse ante los poblanos. De acuerdo con algunas reuniones de evaluación en las que han participado Javier López Zavala, Mario Ayón e incluso Guillermo Pacheco Pulido, vale la pena que el gobernador ocupe el lugar político que le corresponde. Los contactos con Enrique Doger y Omar Álvarez Arronte para preparar el operativo de seguridad ya han iniciado, lo que incluso propició que se encontraran por primera vez el alcalde y el titular de Gobernación desde la disputa que mantuvieron la semana pasada.
¿Por qué vale pena correr el riesgo? El análisis que se hace desde la administración estatal es que en la perspectiva de que el tema jurídico ya estaría concluido para el 15 de septiembre y se habría cancelado el peligro de una destitución desde el Congreso federal, el reto será reconstruir la figura del gobernador, así como su autoridad política en la entidad para volver a generar credibilidad en la ciudadanía. Y en la generación de una imagen de autoridad –no confundir con autoritaria- un paso decisivo es que Marín dé el tradicional grito de independencia, ceremonia simbólica que los mexicanos relacionan con las figuras de poder.
El mismo riesgo –presentarse ante una masa hostil- corre Vicente Fox para la noche del 15 de septiembre. Una vez que el zócalo del DF se encuentra tomado por el plantón pedorrista, el escenario probable es que ante la aparición presidencial del balcón presidencial comenzaría en automático una rechifla ensordecedora. La opción, por tanto, sería trasladarse a otro punto del país, lo que en los hechos equivaldría a dejarle libre la plaza a López Obrador y su changada, quienes darían al grito en ausencia del verdadero poder legal. En ausencia del Presidente, correspondería dar el grito a Alejandro Encinas, jefe de gobierno del DF, quien gustoso le quitaría el gusto a los panistas, para cedérselo, quizá, a López Obrador.
En la misma lógica, la ausencia de Mario Marín en el balcón principal del Palacio Municipales daría paso al enano corrupto Enrique Doger para realizar el simbólico grito de independencia ante los poblanos. Y ante los sucesos de la última semana, el marinismo no desea dejarle esa posición de privilegio. Una razón más para que el gobernador se arriesgue en un escenario en el que las cosas pueden salir mal.
Así es que a rayarle su Pinche Madre a cualquiera de estos dos Pendejos Corruptos.